Cómo manejar la frustración y ansiedad durante las comidas

La hora de comer, que debería ser un momento de encuentro familiar y disfrute, puede convertirse en un escenario cargado de tensión cuando se trata de niños con autismo y selectividad alimentaria. Muchas madres primerizas se enfrentan a llantos, resistencia, ansiedad e incluso rechazo total a los alimentos. Esto genera un círculo de frustración tanto para los niños como para los padres, afectando la relación con la comida y el clima emocional en la casa.

La buena noticia es que existen estrategias prácticas y accesibles que ayudan a reducir la ansiedad, manejar la frustración y construir un ambiente más tranquilo en torno a la alimentación. Este artículo ofrece herramientas sencillas que podés aplicar en casa, con paciencia y constancia, para que las comidas se transformen en una experiencia más positiva para toda la familia.

Entender las emociones detrás de la comida

Los niños con autismo pueden experimentar la comida como un estímulo abrumador: colores intensos, olores fuertes, texturas inesperadas. Para ellos, sentarse a la mesa no siempre significa placer, sino ansiedad anticipatoria.

Del mismo modo, los padres sienten frustración al ver que el niño rechaza lo que prepararon con tanto esfuerzo. La clave está en reconocer que ambas emociones son válidas y que el objetivo no es “forzar” la alimentación, sino construir confianza y seguridad.

Señales de frustración y ansiedad en los niños

Es fundamental aprender a identificar las señales tempranas antes de que la situación escale.

  • Taparse los oídos o los ojos frente a la comida.
  • Girar la cabeza o apartar el plato.
  • Gritos, llanto o patadas.
  • Evitar sentarse a la mesa.
  • Rigidez corporal o respiración acelerada.

👉 Cuando estas señales aparecen, es momento de aplicar técnicas de contención antes de insistir con el alimento.

Estrategias para manejar la frustración en los niños

1. Mantener rutinas claras

Los niños autistas encuentran seguridad en la previsibilidad. Establecer horarios fijos y un lugar habitual para las comidas reduce la incertidumbre y, por ende, la frustración.

2. Usar apoyos visuales

Un calendario con imágenes de los alimentos que se van a ofrecer o una secuencia ilustrada de pasos (“lavarse las manos, sentarse, comer, jugar”) prepara al niño y baja su ansiedad.

3. Introducción gradual de alimentos

No es necesario que el niño acepte un alimento nuevo de inmediato. Primero puede mirarlo, luego tocarlo, olerlo y finalmente probar un trocito. Cada etapa es un logro que debe celebrarse.

4. Incorporar elementos de juego

Hacer caritas con las verduras, usar platos de colores o inventar nombres divertidos para los alimentos (“árboles mágicos” para el brócoli) reduce la percepción de obligación y transforma la comida en exploración.

5. Dar opciones limitadas

En lugar de preguntar “¿qué querés comer?”, ofrecer dos alternativas concretas. Esto brinda sensación de control sin generar sobrecarga.

Estrategias para los padres: cómo manejar su propia frustración

No solo los niños sufren ansiedad en la mesa: los padres también atraviesan emociones intensas. Reconocerlas y gestionarlas es vital para transmitir calma.

  • Respirar profundo antes de reaccionar: detenerse unos segundos ayuda a no aumentar la tensión.
  • Aceptar pequeños progresos: valorar que el niño se acerque al plato o toque el alimento, aunque no lo coma.
  • Evitar castigos o amenazas: aumentan la resistencia y el miedo.
  • Buscar apoyo: hablar con otros padres o profesionales reduce la sensación de soledad.

Crear un ambiente relajado en la mesa

El contexto es tan importante como la comida. Un ambiente sobrecargado de estímulos puede aumentar la ansiedad.

  • Reducir ruidos: evitar televisores o música fuerte.
  • Iluminación suave: una luz cálida favorece la calma.
  • Tiempo limitado pero flexible: entre 20 y 30 minutos de comida es un rango razonable; no prolongar indefinidamente.
  • Participación positiva: felicitar al niño por intentos pequeños sin presionar por más.

Técnicas de autorregulación para niños

Además de las estrategias generales, existen recursos específicos que ayudan a que los niños manejen su ansiedad.

  • Objetos de transición: un juguete pequeño en la mesa que brinde seguridad.
  • Ejercicios de respiración guiada: soplar una vela imaginaria antes de empezar a comer.
  • Pausas programadas: permitir levantarse un minuto si el nivel de ansiedad sube demasiado.
  • Juegos sensoriales previos: jugar con masitas o texturas antes de sentarse ayuda a liberar tensión.

El rol del refuerzo positivo

Los niños responden mejor a la motivación que a la presión. Un sistema de refuerzos visuales, como un cuadro con estrellas o stickers cada vez que prueban algo nuevo, genera entusiasmo y reconocimiento sin necesidad de premios materiales excesivos.

👉 Importante: el refuerzo debe centrarse en el esfuerzo, no solo en el resultado. “¡Qué bien que tocaste la zanahoria!”, aunque no la haya comido.

Historias de pequeños logros

Muchas madres coinciden en que el cambio no ocurre de un día para otro, sino en pequeños pasos: un niño que antes lloraba al ver una fruta, un día acepta tenerla en su plato; otro que nunca probó vegetales, un día muerde un trocito. Estos avances son señales de confianza que marcan el camino hacia una relación más tranquila con la comida.

Transformar la hora de comer en un espacio de conexión

Más allá de la alimentación, lo que se construye en la mesa es vínculo. Si el niño percibe la comida como un espacio de calma, cuidado y afecto, su disposición a probar aumenta con el tiempo. No se trata de ganar una batalla, sino de compartir un momento que fortalezca la relación madre-hijo.

👉 Si querés continuar aprendiendo sobre cómo fomentar un clima positivo, te recomiendo leer el artículo “Fomentando la calma y la cooperación en la hora de comer”, que profundiza en técnicas para mantener la armonía en la mesa.

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