Ser madre de un niño con autismo y selectividad alimentaria significa aprender a convivir con desafíos diarios que pocas personas pueden comprender del todo.
Pero uno de los retos más dolorosos no siempre está en la mesa, sino en el entorno familiar.
Esos comentarios bien intencionados, pero desinformados, pueden lastimar profundamente.
Frases como “Si tuviera hambre, comería”, “Vos lo malacostumbrás” o “En mi época no existía eso del autismo” no solo hieren, sino que generan culpa y dudas en quien ya está haciendo lo mejor que puede.
Aprender a manejar estas situaciones es clave para mantener la calma, cuidar el vínculo familiar y, sobre todo, proteger la confianza que tenés en tu rol de madre.
Cuando los comentarios duelen más que ayudan
La mayoría de los familiares que opinan lo hacen desde la ignorancia, no desde la maldad.
No comprenden lo que implica acompañar a un niño que experimenta el mundo de una forma diferente.
Sin embargo, escuchar constantemente frases que invalidan tus esfuerzos puede ser agotador.
El primer paso es reconocer que no todos van a entender, y eso está bien. No necesitás convencer a todos. Tu objetivo no es ganar discusiones, sino cuidar el bienestar emocional de tu hijo y el tuyo propio.
Una estrategia útil es practicar respuestas cortas y neutras que te saquen del conflicto, como:
- “Gracias, pero estamos siguiendo las recomendaciones del equipo terapéutico.”
- “Sé que querés ayudar, pero lo que funciona para él es distinto.”
Estas frases cierran la conversación sin generar tensión y te permiten mantener el control de la situación.
Validar tus emociones antes de responder
Antes de reaccionar, respirá y reconocé lo que sentís. A veces, el enojo no viene solo del comentario, sino de la carga emocional acumulada de días difíciles.
Es completamente válido sentirse herida o desbordada. Validar tus emociones no te hace débil; al contrario, te ayuda a responder con claridad y autocuidado.
Podés escribir en un cuaderno cómo te sentiste ante ese comentario o compartirlo en un grupo de apoyo.
A veces, poner en palabras la frustración permite liberarla.
Recordá: no tenés que demostrar que sos una “supermamá” todo el tiempo. Tu sensibilidad también enseña empatía a tu entorno y a tu hijo.
Comunicar límites sin perder la calma
Muchos familiares no saben qué decir, y en su intento de ayudar, cruzan líneas sin darse cuenta. Por eso, establecer límites claros y respetuosos es fundamental.
Hablar con calma pero con firmeza es más efectivo que justificarte o entrar en discusiones.
Si alguien insiste en que “solo necesita hambre para comer”, podés responder con serenidad:
“Entiendo lo que decís, pero en el autismo las comidas funcionan distinto. No es falta de hambre, sino una sensibilidad a texturas o sabores.”
Cuando el tono es tranquilo, el mensaje llega mejor.
También podés preparar una breve explicación que te ayude a salir del paso cuando estás cansada:
“Cada niño con autismo tiene su ritmo. Lo estamos acompañando con un plan profesional.”
Repetir esta idea te da coherencia, seguridad y ayuda a que los demás comprendan con el tiempo.
Convertir la crítica en una oportunidad de educación
Cada comentario puede transformarse en una oportunidad para educar.
La selectividad alimentaria es poco comprendida incluso dentro del propio entorno médico, por eso es natural que las familias no sepan cómo abordarla.
Podés explicar que no se trata de capricho, sino de procesamiento sensorial. Algunos niños rechazan una comida porque su textura, color o temperatura les resulta abrumadora.
Cuando explicás esto con paciencia, muchas personas comienzan a mirar la situación con otros ojos.
Podés incluso compartir material que ayude a entender el tema.
➡️ También te puede interesar: Estrategias efectivas para la selectividad alimentaria en el autismo — un artículo con pasos claros para acompañar a tu hijo desde la comprensión.
Educar al entorno es un proceso lento, pero con el tiempo genera cambios reales.
Algunas abuelas o tíos que antes criticaban, terminan siendo tus mejores aliados una vez que entienden lo que implica la experiencia sensorial de tu hijo.
Cuándo alejarte para cuidar tu bienestar
Hay momentos en los que explicar ya no sirve. Si una persona insiste en cuestionarte o minimizar tu situación, tomar distancia puede ser un acto de amor propio.
No necesitás estar disponible para debates que solo te drenan energía.
Podés cerrar conversaciones con frases neutras como:
“Te agradezco tu interés, pero estamos haciendo lo que funciona para nuestra familia.”
Alejarte no significa cortar la relación, sino poner límites saludables.
Tu bienestar emocional es esencial para poder acompañar a tu hijo con paciencia y constancia.
Si un entorno te hace sentir mal, priorizá los espacios donde te sientas escuchada y comprendida.
Construir redes de apoyo reales
Sentirse comprendida cambia todo. Compartir experiencias con otras madres que están pasando por lo mismo puede ser profundamente sanador.
Los grupos de apoyo —presenciales o virtuales— ofrecen contención, consejos prácticos y un lugar seguro para hablar sin miedo al juicio.
Podés buscar asociaciones locales para familias con autismo, comunidades en redes sociales o unirte a nuestra Comunidad PuenteClaro en WhatsApp, donde compartimos recursos prácticos, artículos y materiales sobre selectividad alimentaria.
Intercambiar ideas, recetas o simplemente desahogarte con alguien que “te entiende sin explicar” genera alivio.
Recordá: no estás sola. Cada paso que das, incluso los pequeños, cuentan como progreso.
Involucrar a tu familia en el proceso
A veces los familiares que no entienden lo que pasa necesitan ver el proceso más de cerca.
Invitá a quien muestre interés a participar en una sesión de terapia o a observar cómo tu hijo reacciona ante los alimentos.
Cuando ven con sus propios ojos la diferencia entre una comida aceptada y otra rechazada, comprenden mejor.
Podés también mostrarles pequeños avances, como una foto del día que tu hijo probó una nueva textura o un video breve de una comida tranquila.
Eso cambia el enfoque: deja de ser una discusión teórica y se convierte en una historia real de progreso.
Tu voz también educa
Cada conversación que tenés sobre alimentación y autismo contribuye a romper mitos y prejuicios.
Tu experiencia, compartida desde la empatía, tiene poder transformador.
Explicá lo necesario, pero no te sientas obligada a convencer a todos. Educar es plantar una semilla: algunos la entenderán al instante, otros más adelante.
Lo importante es que vos te mantengas firme en tus decisiones. Cada vez que respondés desde la calma, estás enseñando a los demás cómo apoyar de verdad.
Cómo seguir fortaleciendo tu entorno familiar
Fortalecer el entorno no significa hacerlo perfecto, sino construir vínculos más conscientes y respetuosos.
Seguí compartiendo recursos, lecturas y herramientas que te ayuden a comunicarte con empatía.
➡️ Te recomiendo leer: Cómo manejar la frustración y ansiedad durante las comidas, un artículo que te ayudará a mantener la calma en los momentos más desafiantes.
Cada conversación, cada límite y cada acto de amor diario son pasos hacia una familia más unida y comprensiva.
Recordá: educar también es cuidar de vos misma.
Soy papá atípico y conozco de cerca los desafíos de la selectividad alimentaria en el autismo. En mi camino aprendí a transformar las comidas en momentos más livianos y positivos, sin presiones ni peleas innecesarias. En PuenteClaro comparto estrategias prácticas, recursos visuales y experiencias reales para acompañar a otras familias que buscan ampliar el repertorio alimentario de sus hijos, celebrando cada pequeño logro en el proceso.
