La regla de los tres intentos: método para probar sabores

Cuando un niño con selectividad alimentaria rechaza un alimento, muchas familias se frustran y sienten que ya no hay nada más que intentar.

Pero los estudios sobre comportamiento alimentario muestran que el rechazo inicial no siempre significa que al niño “no le gusta” el alimento, sino que aún no está listo para aceptarlo.

Aquí entra en juego una estrategia sencilla y respetuosa: la regla de los tres intentos.

Qué es la regla de los tres intentos

La regla de los tres intentos propone ofrecer un alimento nuevo o poco aceptado en tres oportunidades distintas, sin presión y en contextos tranquilos.

El objetivo no es que el niño lo coma desde el primer día, sino que se familiarice con su presencia, su forma, su olor y su textura.

La idea central es que la exposición repetida sin obligación reduce la ansiedad y aumenta la tolerancia sensorial.

Muchos niños con autismo o con dificultades alimentarias necesitan tiempo para procesar nuevas experiencias gustativas.

Por eso, darles tres oportunidades sucesivas ayuda a que el alimento deje de ser un “enemigo desconocido” y pase a formar parte de su entorno cotidiano.

Por qué funciona esta estrategia

La aceptación de un alimento nuevo requiere una secuencia de pasos cerebrales y emocionales.

Cada exposición ayuda al cerebro a reconocer el estímulo y disminuir la alerta sensorial.

Es una manera de “entrenar la confianza”.

  1. Primer intento: el niño observa, huele, o toca el alimento.
  2. Segundo intento: se le invita a acercarlo a la boca o a lamerlo.
  3. Tercer intento: puede probar un pequeño bocado o simplemente tolerar tenerlo en su plato.

Aunque parezca poco, este proceso gradual desactiva la respuesta de rechazo y construye una relación más positiva con la comida.

Cómo preparar el entorno para los intentos

La clave es el ambiente. Si el niño percibe ansiedad o expectativa, se bloqueará.
Por eso, te recomendamos:

  • Evitar frases como “¡Tenés que probar!” o “Si no comés, no hay postre”.
  • Mantener un tono neutro y alegre: “Hoy vamos a ver qué pasa con este alimento”.
  • Asegurarte de que haya una comida familiar conocida en el plato, para dar seguridad.
  • Ofrecer siempre el alimento en el mismo horario y contexto (por ejemplo, la merienda o el almuerzo).

El niño debe sentir que tiene control sobre la experiencia.
Si decide no tocar el alimento, también cuenta: mirarlo o hablar sobre él ya es un avance.

El papel de la repetición sin presión

La regla de los tres intentos no busca rapidez, sino acostumbramiento positivo.

Cada presentación debe ser natural, sin convertirla en un “evento especial”.
Cuanto menos atención negativa reciba el alimento, más fácil será que el niño lo acepte.

Algunas familias adaptan la técnica a una tabla visual, usando stickers o pictogramas.
Cada vez que el niño acepta un nuevo intento, puede colocar un sticker en su tabla.

Esta combinación refuerza el sentido de progreso sin recurrir a premios materiales.

(Ver artículo relacionado: Tabla de progreso con stickers para celebrar avances)

Cómo aplicar los tres intentos paso a paso

  1. Intento 1 – Reconocimiento visual
    Colocá el alimento en el plato sin expectativa. Dejá que el niño lo observe y lo nombre.
    Podés decir: “Esto es zanahoria. Tiene un color naranja brillante”.
    Si la rechaza, no insistas. Solo observá.
  2. Intento 2 – Acercamiento sensorial
    En otra comida, presentá el mismo alimento.
    Podés sugerir que lo huela, lo toque o lo acerque a la boca.
    Si no quiere, podés invitarlo a cocinarlo juntos, o a cortarlo con moldes divertidos.
  3. Intento 3 – Interacción gustativa
    Esta vez, ofrecé probar un trocito pequeño, mezclado con algo familiar.
    Si lo acepta, celebralo sin exagerar: “¡Qué bueno, lo probaste!”.
    Si no, simplemente agradecé el intento y seguí con otra parte de la comida.

El secreto está en no medir el éxito por la cantidad de comida, sino por la aceptación del proceso.

Adaptar la regla según el perfil sensorial del niño

Cada niño tiene su propio ritmo. Algunos necesitarán tres intentos, otros diez o más.
Podés modificar la regla para adaptarla a las necesidades sensoriales de tu hijo:

  • Reducí la frecuencia si el rechazo es muy intenso.
  • Cambiá la presentación del alimento (crudo, cocido, en puré, en trozos).
  • Usá utensilios familiares y platos de colores suaves.

El objetivo es acercar sin invadir, guiando desde la calma y el respeto.

Cuándo repetir el ciclo de tres intentos

Después de los tres intentos, observá las reacciones. Si el niño mostró avances —aunque pequeños—, podés repetir el ciclo con el mismo alimento, dejando unos días de pausa entre cada ronda.

Esa distancia evita la saturación sensorial y mantiene el interés.
Si el rechazo fue fuerte, esperá más tiempo y probá con un alimento similar.

Por ejemplo, si rechazó zanahoria cocida, intentá con calabaza o batata, que tienen textura parecida pero sabor más suave.

Cómo registrar los avances

Llevar un registro visual o escrito de los intentos ayuda a valorar el progreso real.
Podés usar una hoja de seguimiento o una tabla de pictogramas donde marques cada exposición.

Esto permite detectar patrones: qué días hay más apertura, qué horarios funcionan mejor, o qué texturas generan menos rechazo.

También refuerza la confianza de los padres al mostrar que, incluso sin comer, hay progreso.
Cada pequeño paso cuenta.

(Ver también: Cómo registrar y celebrar pequeños avances en la alimentación)

La importancia del lenguaje positivo

Las palabras crean el clima emocional de la comida.
En lugar de decir “no te gusta” o “nunca querés probar”, probá con frases neutrales y alentadoras:

  • “Hoy conocimos un nuevo sabor.”
  • “Tal vez otro día lo intentamos de nuevo.”
  • “Cada vez te animás un poquito más.”

El lenguaje positivo refuerza la idea de que el proceso es parte del aprendizaje, no una obligación.

Transformar el método en una experiencia compartida

Podés involucrar a toda la familia: hermanos que también prueben el alimento, o turnos para elegir qué probar juntos.

Eso quita el foco del niño y convierte el momento en una experiencia social.
Recordá: la comida también es vínculo, no solo nutrición.

Con el tiempo, la regla de los tres intentos deja de ser una técnica y se convierte en una actitud familiar frente a la comida: curiosidad, paciencia y amor.

Seguí descubriendo nuevas formas de acompañar el progreso

La regla de los tres intentos es solo una de las muchas estrategias visuales y emocionales para acompañar el progreso sin presión.

Te invitamos a leer nuestro artículo Cómo acompañar el progreso sin presionar, donde exploramos cómo mantener la calma, establecer límites amorosos y celebrar cada avance sin generar ansiedad.

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