Compartir una comida con un niño autista puede ser un viaje lleno de emociones, paciencia y aprendizajes.
Cada pequeño paso, como aceptar un nuevo color en el plato o probar una mínima cucharadita de puré, representa un avance significativo.
Sin embargo, a menudo los padres subestiman estos progresos al compararlos con los de otros niños.
Este artículo busca ayudarte a reconocer y celebrar cada logro sin presión, fortaleciendo la relación emocional con tu hijo y transformando la hora de comer en un espacio más tranquilo y positivo.
Por qué las pequeñas victorias importan
Las pequeñas victorias son la base del cambio duradero.
Cuando un niño con selectividad alimentaria da un paso —por mínimo que parezca— su cerebro está aprendiendo a asociar la experiencia alimentaria con algo menos amenazante y más predecible.
Cada avance reduce la ansiedad, amplía su repertorio sensorial y aumenta la confianza en sí mismo.
Celebrar estos logros no significa hacer una fiesta por cada bocado, sino darle valor emocional a lo que antes generaba tensión.
A veces, simplemente decir “te vi probar algo nuevo y me alegra mucho” tiene un impacto enorme. El mensaje es claro: “me importa tu esfuerzo, no la cantidad que comiste”.
En el contexto del autismo, donde las rutinas y las sensaciones pueden ser abrumadoras, este tipo de reconocimiento refuerza la seguridad emocional y mejora la disposición del niño a seguir intentando.
Cómo reconocer los progresos invisibles
No todas las mejoras son visibles a simple vista. Algunos días tu hijo puede negarse a comer algo que ayer aceptó.
Sin embargo, el hecho de que se siente a la mesa, toque la comida con una cuchara o se quede unos minutos más, ya son signos de avance.
Aprender a notar estas sutilezas es esencial para no frustrarte y mantener la motivación.
Podés registrar los avances usando un cuaderno o una plantilla visual —una herramienta muy útil para niños con autismo— donde marques comportamientos como “se acercó al plato”, “lo olió” o “probó una nueva textura”.
Estas observaciones te ayudarán a ver el progreso real con el tiempo, incluso cuando no sea lineal.
También podés involucrar al niño en el registro, usando pictogramas o caritas que representen cómo se sintió ese día durante la comida. De esta forma, se convierte en un proceso compartido y positivo.
Formas simples de celebrar sin presionar
Celebrar no implica recompensas materiales ni exagerar. Lo importante es validar el esfuerzo. Aquí algunas ideas sencillas para aplicar en casa:
- Palabras de aliento genuinas: “Noté que hoy te animaste a probar un sabor diferente, ¡qué valiente!”
- Rituales pequeños: poner una pegatina en un calendario cada vez que prueba algo nuevo.
- Elecciones compartidas: dejar que el niño elija un plato o una decoración especial cuando logra un avance.
- Momentos de conexión: escuchar una canción juntos después de la comida o leer su cuento favorito.
Lo esencial es que el niño no asocie el comer con presión o expectativas externas, sino con vínculos y experiencias positivas. La celebración debe reforzar la autonomía, no el control.
Por ejemplo, si tu hijo se animó a tocar una comida nueva aunque no la haya comido, reconocelo igual. Esa experiencia táctil ya es parte del proceso de desensibilización sensorial.
El efecto emocional en los padres
Los avances de un hijo con selectividad alimentaria también tienen un fuerte impacto emocional en los padres. A menudo, la frustración, el cansancio y la culpa pueden nublar la percepción de progreso.
Aprender a celebrar desde la calma es una forma de autocuidado. Cada vez que reconocés un logro, también estás sanando tu propia ansiedad.
Dejar de medir el éxito por la cantidad de comida ingerida y enfocarte en la conexión con tu hijo transforma por completo la dinámica familiar.
Algunos padres descubren que llevar un “diario de agradecimientos” sobre la hora de comer les ayuda a enfocarse en lo positivo.
Anotar tres cosas buenas de la jornada —por más pequeñas que sean— cambia la perspectiva y fortalece el vínculo emocional.
Crear rituales de reconocimiento
Los rituales familiares tienen un gran poder regulador. Podés crear rutinas de celebración adaptadas a tu familia:
- Un dibujo en el calendario cada vez que se prueba un alimento nuevo.
- Un “brindis de jugo” al final de la semana para celebrar los avances.
- Una tarjeta o pictograma que diga “logro conseguido” en la heladera.
Lo importante no es el formato, sino la constancia y el sentido. Estos rituales transmiten al niño que el progreso se construye día a día, con amor y paciencia.
Además, permiten que toda la familia participe sin generar comparaciones. Todos celebran el esfuerzo, no el resultado.
Cómo mantener la motivación a largo plazo
El camino hacia una relación positiva con la comida no es lineal. Habrá semanas de grandes avances y otras donde parezca que retroceden.
Por eso, mantener la motivación requiere flexibilidad y autocompasión.
- Evitá comparar: cada niño tiene su propio ritmo, especialmente dentro del espectro autista.
- Recordá el propósito: comer no es solo nutrirse, es también una experiencia emocional y sensorial.
- Permitite descansar: si un día no funciona, no pasa nada. Retomar con calma es mejor que forzar.
- Revisá los logros pasados: mirar atrás y ver cuánto cambió tu hijo te dará una perspectiva real del progreso.
Celebrar las pequeñas victorias no es un acto menor: es la base para construir confianza, conexión y placer en torno a la alimentación.
Querés seguir reforzando la conexión emocional en la mesa?
Descubrí el artículo “Cómo acompañar el progreso sin presionar”, donde encontrarás estrategias para sostener la motivación sin ansiedad y fortalecer la relación emocional durante la hora de comer.
Soy papá atípico y conozco de cerca los desafíos de la selectividad alimentaria en el autismo. En mi camino aprendí a transformar las comidas en momentos más livianos y positivos, sin presiones ni peleas innecesarias. En PuenteClaro comparto estrategias prácticas, recursos visuales y experiencias reales para acompañar a otras familias que buscan ampliar el repertorio alimentario de sus hijos, celebrando cada pequeño logro en el proceso.
