Mantener la constancia en la alimentación de un niño con autismo o selectividad alimentaria es un desafío que exige paciencia, planificación y flexibilidad.
A menudo, el proceso parece ser lento, con avances sutiles que no siempre son reconocidos a simple vista.
Sin embargo, la constancia es clave para lograr un cambio real a largo plazo.
El reto está en hacerlo de manera gradual, sin presionar ni generar frustración, y sin caer en la tentación de forzar la aceptación de nuevos alimentos.
La clave del éxito es la persistencia suave. Aquí te ofrecemos estrategias prácticas para mantener la constancia sin sobrecargar al niño, ni a ti mismo, en el camino hacia la aceptación alimentaria.
La importancia de la constancia en la alimentación
La constancia no significa repetición sin fin, sino repetir de manera predecible y respetuosa.
Los niños con autismo suelen beneficiarse enormemente de la estructura, ya que la previsibilidad les brinda seguridad.
La constancia también implica que el niño sepa que el ambiente durante las comidas será siempre el mismo, sin sorpresas que puedan generar ansiedad.
Al ser persistentes, los padres y cuidadores muestran al niño que la comida es parte natural de la rutina diaria, y que no hay que tenerle miedo ni resistirse.
La constancia reduce la incertidumbre, lo que permite al niño familiarizarse lentamente con los alimentos que aún no acepta.
Estrategias para mantener la constancia sin sobrecargar al niño
Existen diversas maneras de garantizar que el proceso de aceptación de alimentos sea gradual y respetuoso con el ritmo del niño. Aquí algunas estrategias clave:
1. Crear una rutina alimentaria estable
Una rutina estable ayuda a que el niño se sienta más seguro y menos ansioso durante las comidas. Esto incluye:
- Establecer horarios regulares para las comidas y snacks.
- Hacer del momento de la comida un ritual predecible, por ejemplo, usando un reloj visual para marcar las horas de las comidas o un calendario de menús para que el niño sepa qué esperar.
- Preparar los alimentos con antelación para que el niño vea y toque lo que se va a comer antes de la comida, permitiendo una familiarización gradual con el plato.
2. Usar estrategias visuales y pictogramas
Los niños con autismo suelen responder positivamente a estrategias visuales, ya que les permite anticipar lo que sucederá. Usar pictogramas o tablas visuales ayuda a reducir la ansiedad frente a la comida.
Por ejemplo, puedes:
- Crear carteles visuales de la comida para mostrar el menú de cada día, permitiendo que el niño elija entre las opciones ofrecidas.
- Utilizar un “semáforo de alimentos” para que el niño identifique, con colores, los alimentos que ya acepta (verde), los que tolera a veces (amarillo) y los que rechaza (rojo).
- Tener pictogramas de los pasos previos a la comida (lavarse las manos, sentarse a la mesa, etc.), para hacer la rutina más clara y estructurada.
3. Mantener la paciencia y evitar la presión
Es fundamental que la persistencia no se convierta en presión. Los niños con autismo suelen ser muy sensibles a la tensión emocional que perciben, y la presión solo puede llevar a más rechazo y frustración.
- Evita forzar a que el niño coma más de lo que se siente capaz de probar.
- Evita comentarios como «¡come esto ahora!» o «tienes que comer para ser fuerte», ya que pueden aumentar la ansiedad y el rechazo.
- Celebra cada pequeño logro sin exagerar, asegurándote de que el niño no se sienta presionado.
4. Incluir gradualmente nuevos alimentos
La constancia también significa que el niño debe tener la oportunidad de ampliar gradualmente su repertorio alimentario. Esto se puede hacer con:
- Exposición gradual a nuevos alimentos: ofrece alimentos nuevos de manera que se incorporen lentamente a su dieta, mezclándolos con los que ya acepta. Por ejemplo, si el niño tolera el puré de zanahoria, puedes empezar a mezclar un poco de calabaza con el puré.
- No insistir constantemente: aunque el niño no acepte un nuevo alimento en una comida, es importante no insistir demasiado ni hacer comentarios negativos. La persistencia debe ser vista como un esfuerzo calmado y respetuoso.
5. Establecer metas pequeñas y alcanzables
En lugar de establecer grandes expectativas (por ejemplo, «el niño tiene que comer todo el plato»), establece metas pequeñas y alcanzables:
- Metas de un bocado: si el niño rechaza un tipo de comida, empieza por darle solo un bocado o incluso un pequeño toque del alimento con los dedos.
- Celebrar la exploración: si el niño toca un alimento que antes evitaba o lo huele sin rechazarlo, eso es un logro a celebrar.
6. Fomentar la autonomía sin presionar
Fomentar la autonomía alimentaria es otra forma de mantener la constancia sin abrumar al niño. Puedes lograrlo con pequeñas estrategias:
- Deja que el niño elija de entre opciones predefinidas.
- Permítele participar en la preparación de los alimentos (si se siente cómodo), como mezclar ingredientes o elegir los utensilios.
- Reforzar sus logros con elogios genuinos y sin exigencias. La autonomía se fomenta cuando el niño siente que tiene control, pero dentro de una estructura clara y consistente.
El acompañamiento familiar: paciencia y persistencia
Mantener la constancia no solo depende de los padres. Toda la familia debe estar alineada para que el niño reciba el mismo mensaje de tranquilidad, paciencia y respeto.
Hablar con otros miembros de la familia sobre la importancia de no presionar ni comparar ayuda a crear un entorno más coherente y armonioso.
- Involucrar a los hermanos: es importante que los hermanos no generen presión al comer. Ellos pueden servir de ejemplo y mostrar cómo probar alimentos nuevos sin crear un ambiente de competencia.
- Comunicarse con empatía: cuando un miembro de la familia se siente frustrado o cansado, es importante hablar con calma sobre el proceso. La comunicación abierta reduce la tensión y refuerza la unidad familiar.
Cómo lograr que la constancia sea sostenible
Finalmente, es esencial que los padres no se sobrecarguen.
La constancia requiere flexibilidad y descanso. Es importante tener en cuenta que el proceso no se detiene; es un proceso continuo, que se construye con pequeñas dosis de éxito cada día.
- Evitar la autocrítica excesiva: si un día el niño rechaza todo lo que le ofreces, no te sientas mal. Cada día es una nueva oportunidad para seguir avanzando.
- Revisar el progreso de forma positiva: si sientes que estás llegando al límite de tu paciencia, tómate un momento para revisar los pequeños avances y las mejoras que el niño ha mostrado. Cada paso cuenta, y cada comida es una nueva oportunidad para mejorar.
El camino hacia el éxito: persistencia y amor
La constancia no es solo una cuestión de repetir lo mismo, sino de hacerlo con calma, amor y respeto por el niño y por su proceso.
Cada día es una oportunidad para mostrarle que la comida no es un campo de batalla, sino una oportunidad para experimentar, aprender y disfrutar juntos.
La persistencia no significa presión, sino consistencia en un entorno que respete el tiempo y las limitaciones sensoriales del niño.
Juntos, con paciencia y amor, podemos crear una relación más saludable con la comida.
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Soy papá atípico y conozco de cerca los desafíos de la selectividad alimentaria en el autismo. En mi camino aprendí a transformar las comidas en momentos más livianos y positivos, sin presiones ni peleas innecesarias. En PuenteClaro comparto estrategias prácticas, recursos visuales y experiencias reales para acompañar a otras familias que buscan ampliar el repertorio alimentario de sus hijos, celebrando cada pequeño logro en el proceso.
