La hora de la comida puede convertirse en un verdadero desafío cuando hablamos de niños con autismo y selectividad alimentaria. Muchas madres primerizas sienten frustración al no saber cómo organizar el momento sin caer en llantos, rechazos o tensiones. La buena noticia es que con rutinas claras y sin presión, es posible transformar ese momento en una experiencia más tranquila y predecible.
En este artículo vas a descubrir por qué las rutinas son fundamentales, cuáles son los errores más comunes, y cómo crear un plan paso a paso que ayude a tu hijo a sentirse seguro y abierto a probar alimentos.
Por qué las rutinas son tan importantes en el autismo
Los niños con autismo suelen sentirse más cómodos cuando su día tiene una estructura clara. La previsibilidad les da seguridad y reduce la ansiedad. Esto también se aplica a la alimentación:
- Saber qué esperar disminuye el rechazo.
- La repetición diaria genera confianza.
- La rutina establece un marco que da sensación de control.
Un estudio realizado por la Universidad de Vanderbilt mostró que las rutinas predecibles ayudan a mejorar la cooperación y reducen las conductas desafiantes durante la comida. Esto significa que la rutina no es un simple hábito: es una herramienta terapéutica para acompañar el desarrollo.
Errores comunes al intentar crear rutinas de alimentación
Muchos padres, con toda la buena intención, terminan cometiendo errores que dificultan aún más el proceso:
- Cambios bruscos: modificar de golpe el menú o el horario suele generar rechazo inmediato.
- Premios inapropiados: ofrecer dulces como recompensa puede reforzar la resistencia y aumentar la ansiedad.
- Falta de constancia: un día se intenta una estrategia y al siguiente se cambia; esto confunde al niño.
- Ambiente tenso: presionar, enojarse o mostrar frustración transmite inseguridad y empeora la resistencia.
Identificar estos errores es el primer paso para construir rutinas efectivas.
Guía paso a paso para establecer rutinas sin estrés
Crear rutinas no significa rigidez absoluta. Es más bien una combinación de estructura y flexibilidad. Aquí tenés un paso a paso práctico:
Preparar el entorno
El lugar donde se come influye mucho. Un ambiente ruidoso o con demasiados estímulos puede generar rechazo. Lo ideal es:
- Usar siempre el mismo espacio, con una mesa cómoda.
- Reducir ruidos y distracciones (televisor, celulares).
- Tener platos y utensilios que el niño reconozca y le resulten familiares.
Establecer horarios consistentes
El cuerpo se acostumbra a comer en determinados momentos. Establecer un horario regular para las comidas principales y las colaciones ayuda a que el niño se prepare mental y físicamente.
Comunicación clara y visual
Los niños con autismo suelen responder mejor a la comunicación visual que a las instrucciones verbales. Podés usar:
- Pictogramas o tarjetas con imágenes de los alimentos.
- Tablas visuales que muestren el orden de la comida (ejemplo: primero sopa, luego pollo, después fruta).
- Gestos simples para acompañar la explicación.
Flexibilidad gradual
La rutina debe tener estructura, pero también espacio para la flexibilidad. Si tu hijo rechaza un alimento nuevo, no lo fuerces. Presentalo en pequeñas cantidades y varias veces, hasta que se familiarice.
La clave es la exposición progresiva:
- Día 1: el alimento aparece en la mesa, aunque no lo toque.
- Día 2: el alimento está en su plato, aunque no lo coma.
- Día 3: se le invita a olerlo o tocarlo.
- Día 4: se ofrece un pequeño bocado.
Herramientas prácticas para madres primerizas
No hace falta complicarse con planes imposibles. Algunas herramientas simples pueden marcar la diferencia:
- Calendarios semanales de comidas para planificar con anticipación.
- Aplicaciones móviles que ayudan a organizar rutinas visuales.
- Menús rotativos de 5 a 7 comidas que se repiten para dar previsibilidad.
- Utensilios de colores que hagan la experiencia más atractiva.
Un ejemplo sencillo puede ser:
- Lunes y jueves: pollo con arroz.
- Martes y viernes: fideos con salsa suave.
- Miércoles: pescado al horno.
- Sábado: pizza casera.
- Domingo: empanadas de carne.
Esta repetición estructurada ayuda al niño a reconocer lo que viene y reduce la ansiedad.
Historias reales y ejemplos cotidianos
Lucía, madre primeriza en Buenos Aires, contaba que su hijo rechazaba todo lo que no fueran galletitas. Decidió implementar una rutina fija: cada día almorzaban a la misma hora, con la mesa preparada igual, y un menú simple que incluía un alimento seguro y otro nuevo.
Al principio el niño solo comía lo que ya conocía, pero después de tres semanas, comenzó a aceptar pequeñas porciones de verduras cocidas. “Lo que cambió no fue la comida en sí, sino la calma que transmitía la rutina”, explicaba Lucía.
Este tipo de ejemplos muestran que la constancia, más que la insistencia, es lo que genera progreso.
Conexión con otros aspectos de la crianza
La alimentación no es un momento aislado: está conectada con el sueño, el humor y la dinámica familiar. Una rutina estable en la comida puede tener beneficios que van mucho más allá:
- Mejora el descanso nocturno.
- Disminuye las rabietas durante el día.
- Favorece la comunicación dentro de la familia.
- Refuerza la sensación de seguridad en el hogar.
Cuando las comidas dejan de ser un campo de batalla, toda la casa se vuelve más tranquila.
Sigamos avanzando juntas
Crear rutinas de alimentación sin estrés es un proceso, no una solución inmediata. Lo importante es dar pasos firmes, aunque pequeños, y sostenerlos en el tiempo. Cada bocado aceptado es un logro que merece celebrarse.
Si querés seguir aprendiendo cómo hacer que la comida sea una experiencia positiva y atractiva, te invito a leer el próximo artículo: “Cómo presentar los alimentos para que los niños quieran probarlos”, donde vas a descubrir estrategias visuales para despertar la curiosidad y el interés en tus hijos.

Soy papá atípico y conozco de cerca los desafíos de la selectividad alimentaria en el autismo. En mi camino aprendí a transformar las comidas en momentos más livianos y positivos, sin presiones ni peleas innecesarias. En PuenteClaro comparto estrategias prácticas, recursos visuales y experiencias reales para acompañar a otras familias que buscan ampliar el repertorio alimentario de sus hijos, celebrando cada pequeño logro en el proceso.