Cómo saber cuándo un alimento ha sido aceptado por un niño autista

Comprender cuándo un niño con selectividad alimentaria realmente ha aceptado un alimento puede ser un desafío. A veces lo prueba, lo escupe, lo mira con curiosidad o simplemente lo tolera en el plato sin tocarlo.

Pero ¿cuándo podemos decir que un alimento pasó de ser “nuevo” a “aceptado”?

Este proceso no ocurre de un día para otro, y reconocer sus etapas es clave para evitar frustraciones y reforzar positivamente cada avance.

La aceptación no es solo “comer”

Muchos padres asocian la aceptación con el hecho de que el niño se coma una porción completa. Sin embargo, la aceptación es un proceso gradual que comienza mucho antes del primer bocado.

Implica tolerar la presencia del alimento, observarlo, olerlo, tocarlo, probarlo y, finalmente, incorporarlo de forma natural a la rutina.

Cada uno de estos pasos es un logro en sí mismo. Un niño que hoy toca una verdura con curiosidad está más cerca de comerla que el que ni siquiera tolera verla en el plato.

Observar esos matices nos ayuda a mantener la paciencia y a celebrar cada microavance.

Etapas del proceso de aceptación

  1. Tolerancia visual: el niño acepta ver el alimento en la mesa o en el plato sin mostrar rechazo o ansiedad.
  2. Exploración sensorial: se anima a tocarlo o jugar con él, sintiendo su textura sin presión.
  3. Contacto oral: lleva el alimento a la boca, lo prueba o lo chupa, aunque no lo trague.
  4. Deglución parcial: comienza a comer pequeñas cantidades, aún de forma irregular.
  5. Incorporación estable: lo acepta sin resistencia, incluso si no es su favorito.

Este camino puede llevar días o semanas, y no todos los niños pasan por cada etapa de forma lineal. Algunos retroceden temporalmente, lo que también es parte del proceso.

Señales concretas de que un alimento fue aceptado

Reconocer estas señales te ayudará a saber cuándo celebrar un avance real:

  • El niño pide el alimento sin que se le ofrezca.
  • Lo incluye en su plato voluntariamente.
  • Se muestra tranquilo y curioso frente a su textura o color.
  • Come una cantidad pequeña sin ansiedad ni rechazo.
  • Lo tolera incluso si aparece en una comida mixta (por ejemplo, verduras en una salsa).

Cuando estas conductas se repiten varias veces en distintas comidas, podemos considerar que el alimento ha sido aceptado.

La importancia de la repetición

Un solo intento exitoso no siempre garantiza aceptación duradera. Los estudios sobre alimentación infantil muestran que la exposición repetida —entre 8 y 15 veces, según cada caso— es fundamental para consolidar la aceptación.

Por eso, si tu hijo aceptó un alimento una vez, continuá ofreciéndolo de forma natural, sin insistir, pero manteniendo su presencia en el menú. La familiaridad refuerza la confianza.

Evitar errores comunes

Muchos padres cometen sin querer errores que dificultan el avance:

  • Forzar el consumo: insistir para que “al menos lo pruebe” puede aumentar la resistencia.
  • Festejar en exceso: convertirlo en un gran evento puede generar presión en la próxima vez.
  • Comparar con otros niños: cada proceso es único; las comparaciones suelen frustrar.
  • Ofrecer premios comestibles: refuerza la idea de que el nuevo alimento es un “castigo” que merece recompensa.

El objetivo no es que el niño coma más rápido, sino que construya una relación tranquila con los alimentos.

Herramientas para registrar el progreso

Llevar un registro visual ayuda a identificar cuándo un alimento pasó las distintas etapas.

Podés usar una tabla de progreso con stickers, marcando cada avance (verlo, tocarlo, probarlo, comerlo).

Esta herramienta convierte el proceso en un juego y permite que el niño vea su propio progreso.

Además, tomar fotos semanales puede ayudarte a comparar actitudes y descubrir cambios sutiles que a veces pasan desapercibidos.

Cuándo considerar un retroceso

No todos los días son iguales. A veces, un niño que aceptó un alimento una semana, lo rechaza la siguiente.

Esto no significa que “perdió el avance”, sino que necesita más tiempo o que alguna variable cambió (textura, temperatura, estado de ánimo, entorno).

Si los rechazos se vuelven constantes, revisá posibles causas: ¿cambió la presentación? ¿Está cansado o enfermo? ¿Hubo presión durante la comida?

Cómo reforzar la aceptación sin generar presión

  • Mantené la calma si rechaza algo que antes comía.
  • Ofrecé el alimento en pequeñas porciones, junto a otros que ya acepta.
  • Elogiá la actitud de probar, no solo el hecho de comer.
  • Mostrale ejemplos positivos, comiendo lo mismo vos misma.
  • Cambiá la forma de presentación (en puré, trocitos, dentro de otra preparación).

Cada exposición tranquila refuerza el vínculo positivo con el alimento.

Celebrar los avances reales

Celebrar no significa hacer una fiesta, sino reconocer el esfuerzo del niño y el propio.

Podés usar frases como “Qué bien que lo tocaste hoy” o “Me gusta ver que lo tenés en el plato”.

Pequeñas palabras de aliento fortalecen su autoconfianza y reducen la ansiedad.
Recordá: el progreso en la alimentación no se mide solo por lo que entra en la boca, sino por todo lo que el niño se atreve a explorar.

Continuar el camino con paciencia y constancia

Aceptar un alimento es un paso importante, pero el proceso de ampliar el repertorio continúa. Mantené la constancia, la calma y la observación.

Con tiempo, lo que hoy parece un logro pequeño puede convertirse en un gran cambio a largo plazo.

Seguí construyendo hábitos positivos en la mesa

Si querés seguir avanzando en este camino de calma y constancia, te recomiendo leer el artículo «Fomentando la calma y la cooperación en la hora de comer«, donde vas a aprender a mantener la motivación y estructurar tus avances de forma sencilla.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio