Estrategias efectivas para la selectividad alimentaria en el autismo

La selectividad alimentaria es uno de los desafíos más frecuentes en los niños con autismo. Muchas madres primerizas sienten angustia cuando sus hijos rechazan alimentos, se limitan a comer siempre lo mismo o muestran resistencia extrema a probar algo nuevo.

Lejos de ser un simple “capricho”, la selectividad alimentaria está asociada a la sensibilidad sensorial, la necesidad de rutinas y la dificultad para aceptar cambios repentinos. Sin embargo, existen estrategias efectivas que pueden ayudar a transformar la hora de la comida en una experiencia más positiva y con menos frustración.

Comprender la selectividad alimentaria en el autismo

Antes de aplicar técnicas, es fundamental entender por qué ocurre. Los niños con autismo suelen tener hipersensibilidad a estímulos: un olor fuerte, una textura diferente o un color inesperado pueden generar rechazo inmediato.

Además, la rigidez cognitiva hace que se sientan más seguros con lo conocido, lo que explica por qué muchos aceptan solo un pequeño grupo de alimentos repetidos. Reconocer esto ayuda a las familias a dejar de interpretar el rechazo como “mala conducta” y empezar a verlo como parte de su perfil sensorial.

Crear un ambiente adecuado

El entorno influye directamente en el éxito de la alimentación. Un ambiente ruidoso o caótico puede aumentar la resistencia. Algunas recomendaciones son:

  • Mantener siempre el mismo lugar para comer.
  • Reducir estímulos visuales y auditivos (televisión, celulares).
  • Usar platos y utensilios familiares.
  • Ofrecer porciones pequeñas para no abrumar al niño.

El objetivo es que el espacio sea predecible y transmita calma.

Introducción gradual de alimentos nuevos

Una de las estrategias más efectivas es la exposición progresiva. Forzar nunca funciona, pero mostrar repetidamente un alimento en distintas formas sí puede dar resultados.

Pasos recomendados:

  1. Presentar el alimento en la mesa, aunque el niño no lo toque.
  2. Colocar una pequeña porción en su plato, sin exigir que lo coma.
  3. Invitar a olerlo o tocarlo.
  4. Ofrecer un bocado pequeño junto con un alimento “seguro”.
  5. Repetir la experiencia varias veces hasta que la familiaridad reduzca el rechazo.

La paciencia es clave: a veces se necesitan entre 10 y 15 exposiciones antes de que un niño acepte un alimento.

Usar apoyos visuales y comunicación clara

Los apoyos visuales son grandes aliados en el autismo. Ayudan a anticipar lo que va a suceder y reducen la ansiedad.

Opciones prácticas:

  • Pictogramas que representen cada comida.
  • Tablas visuales que muestren el orden de los platos.
  • Fotos reales de los alimentos que se van a presentar.

Esto convierte la comida en un proceso más comprensible y menos amenazante.

Respetar los alimentos seguros

En toda dieta selectiva hay “alimentos seguros”: aquellos que el niño acepta sin resistencia. Lejos de eliminarlos, conviene mantenerlos como base y usarlos como puente hacia nuevos sabores.

Por ejemplo:

  • Si solo acepta arroz blanco, probar agregar verduras picadas muy finas.
  • Si siempre pide nuggets, ofrecer versiones caseras con pollo fresco.
  • Si toma leche, variar en temperatura o en recipiente para ampliar la tolerancia.

El respeto por lo que ya funciona genera confianza y facilita los cambios.

Evitar presiones y castigos

Obligar, insistir en exceso o usar castigos solo aumenta la ansiedad. La hora de la comida debe asociarse con calma y seguridad, no con lucha y tensión.

Estrategias recomendadas:

  • Invitar, no imponer.
  • Reforzar con elogios cuando pruebe algo nuevo.
  • Evitar mostrar frustración si rechaza.
  • Celebrar cada pequeño avance.

El refuerzo positivo siempre es más poderoso que la presión.

Involucrar al niño en la preparación

Muchos niños aceptan mejor los alimentos cuando participan en su elaboración. Algunas ideas simples:

  • Lavar frutas o verduras juntos.
  • Elegir entre dos opciones de menú.
  • Armar su propio plato con ayuda.

La participación aumenta el sentido de control y hace que los alimentos se sientan menos ajenos.

Historias reales que inspiran

Mariana, madre primeriza en Córdoba, contaba que su hijo solo comía pan y fideos. En lugar de forzarlo, decidió involucrarlo en la cocina: le permitió amasar pan casero y elegir el molde. Con el tiempo, el niño empezó a probar pequeñas variaciones de la receta, como pan con semillas.

Este tipo de historias muestran que con creatividad, paciencia y estrategias adecuadas, es posible ampliar poco a poco la dieta.

Recursos útiles para madres primerizas

Existen herramientas prácticas que pueden facilitar la implementación de estas estrategias:

  • Cuadernos de registro: anotar qué alimentos se probaron, en qué contexto y cuál fue la reacción.
  • Aplicaciones de pictogramas: como “Arasaac”, que ofrecen recursos visuales gratuitos.
  • Grupos de apoyo: compartir experiencias con otras madres en la misma situación.

Mantener la constancia

La selectividad alimentaria no se resuelve de un día para el otro. Se trata de un proceso de avances pequeños y sostenidos. La constancia es más importante que la rapidez.

Un bocado probado hoy puede ser el inicio de una aceptación mañana. Cada paso cuenta y merece ser reconocido.

Sigamos aprendiendo juntas

Las estrategias efectivas no solo ayudan a ampliar la variedad de alimentos, sino también a reducir la ansiedad y mejorar la dinámica familiar. Lo más importante es recordar que no estás sola en este camino: con paciencia, apoyo y conocimiento, podés lograr avances significativos.

Si querés dar el próximo paso, te invito a leer el artículo «Cómo crear rutinas de alimentación sin estrés en casa«, donde vas a encontrar un plan paso a paso para organizar las comidas de forma predecible y tranquila.

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